miércoles, 26 de noviembre de 2008

Poema” de Eduardo Alonso de su libro ("TicKets de Café") en el 1948

Habeces es bueno leer poesias , en hellín, se ha publicado muchisimo sobre este tema, en diversos medios de comunicación.
Mirando en mí archivo encotre este poema de un vecino de Fuentealamo.

*(1) Por Eduardo Alonso nacido en Fuenteálamo (Albacete), en el año 1898 publicó su primer libro de poemas ("TicKets de Café") en el 1948, con prólogo de Mur-Oti y epílogo de César González Ruano; el segundo "Versas Nuevos”: en 1949 con prólogo del Dr. Marañón; el tercero, "Aire y Ceniza" en 1950, con prólogo de Gamallo Fierros, y por último de reciente aparición "Sólo Ceniza", con prólogo de Dámaso Alonso. Ocupa este poeta comprovinciano un puesto destacado en el resurgir literario de la hora, siendo director de 'Versos a Media Noche", recitales poéticos que han alcanzado notoriedad en toda España.
El porque de mencionarle es pues por sus escritos publicados en nuestra prensa hellinera de aquel entones.
Este es uno de sus poemas de su libro ("TicKets de Café") espero que les guste

Poema
Por Eduardo Alonso (1)

1
SON los pasos de sangre en el silencio
una voz apagada que camina.
Caen las horas de fiebre en el recuerdo
si es verdad que jamás la sangre olvida.
Van los pasos dejando sus señales
en la tierra porosa de los siglos.
Caen las horas muriendo en los paisajes
si es verdad que son polvo los caminos.

2

HACIA el dolor de otro sueño
se me irá la sangre. Y dueño
de mi ceniza enterrada,
seré una llama apagada,
lo que al fin soñando he sido.
Si el olvido
hace posible la vida,
tal vez yo tenga la suerte
de olvidarme de la muerte
bajo la tierra, que olvida...

3

PUDE tu vida llorar
creyéndola solo mía.
Corazón... ¿podré contar
contigo para olvidar,
ya muerto, que te quería?...

4

TIERRA, tierra,
la de los hondos caminos,
de triste pena viajera,
por donde vamos unidos
soñándola y despidiéndola...
¡Y qué fatiga de pasos enamorados, la nuestra,
tras de sus grandes abrazos,
con sus promesas eternas!... Andares de sombra y humo
sin finalidad ni espera.
¡AY que dolor más agudo
pisar, pisándonos, tierra!...

5

LA muerte le conocía
y él no conoció a la muerte
la tarde en que se moría.
¡Ay, dolor en movimiento,
cuando enamora la vida
como el perfume del viento!...
La muerte no sonreía
y él sonrió a la muerte
la tarde en que se moría.

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