martes, 9 de diciembre de 2008

Un hellinero ilustre y con tenporaneo :D:Pedro Alcantara Hernandez Espinosa :Por Abraham Ruiz Jimenez

D.Pedro Alcantara Hernandez Espinosa ,hellinero perecio durante la guerra


Abraham Ruiz Jimenez ,escribe sobre D PEDRO ALCÁNTARA HERNÁNDEZ ESPINOSA ,nacido en esta ciudad en 1876,el cual fue otro de los marliles de la guerra cruel.

Como en algunas de las colbaraciones hago siempre un comienzo



PEDRO ALCÁNTARA HERNÁNDEZ ESPINOSA

Natural de Hellín, nació el 21 de diciembre de 1876. Estudió en el seminario de San Fulgencio de Murcia y fue ordenado sacerdote en 1899, con 23 años. Entre otras ejerció el ministerio en la Parroquia de San Juan de Albacete. Fue secretario particular del Obispo de Madrid, D. Prudencio Melo y Alcalde. En 1920 era canónigo de la Catedral de Jaén. Gran predicador, son muchos los escritos que de él se conservan. En el verano de 1936 se encontraba en su pueblo natal. El 21 de agosto fue detenido y conducido a la muerte, en el término municipal de Tobarra. A la hora de morir, ante la insistencia de sus verdugos de que se quitase la sotana, contestó: en los momentos precisos de dar mi vida por la fe, queréis que me quite la sotana. ¡qué niños sois!...Que Dios os perdone como yo os perdono. Y todavía antes de que dispararan sobre él, exclamó: Me matáis por ser sacerdote. Pido a dios que, por cada gota de mi sangre, surja uno.


Este es el articulo realizado :Por Abraham Ruiz Jimenez




Un hellinero ilustre y contemporáneo:

D. Pedro Alcántara Hernández Espinosa

Por ABRAHAM RUIZ JIMENEZ



“La soberbia, como primera en todo lo mulo, cogió la delantera. Topó con España, primera provincia de la Europa. Parecióla tan de su genio, que se perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todos sus aliados: la estimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hacer del don Diego y vengo de los godos, el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío en todo género de presunción, y todo esto desde el noble hasta el más plebeyo”.

(B. GRACIÁN: LI Criticón.)

Tengo en mi poder los más interesantes documentos y datos, relativos a la vida docente, pública y sacerdotal de aquel gran hombre de Dios que se llamó el muy ilustre señor doctor don Pedro Alcántara Hernández Espinosa, canónigo, dignidad de arcipreste de la santa iglesia catedral de Jaén, glorioso mártir de la Fe y de España, meritísimo hel]inero, por los cuatro costados.

Me ha parecido que encajaba perfectamente, en estas columnas de MACANAZ sacar a la luz, precisamente a la luz de su Hellín bien amado, algunas ligeras notas biográficas relativas a la personalidad destacadísima de mi tío, por dobles vínculos.

Y me ha parecido que encajaba en esta notable publicación, honra y prez de Hellín; ya que se intenta mostrar, desde ella, todo aquello que pueda contribuir a la difusión de sus tradiciones, costumbres, personajes ilustres y aun valores destacados de su hoy. La personalidad de don Pedro Alcántara Hernández, se abre paso con aquella arrogancia de su porte y aquella elocuencia de su verbo, para colocarse en primerísima fila, entre los que lustre dieron a la ciudad que los vió nacer y precisamente que más orgullosos proclamaban su procedencia.

Se trata de una figura a que conocen muy bien los de mediana edad, que Tienen pegada al pensamiento los más viejos, que ronda en las mentes de los de hoy. A todos, aquellos y éstos, siempre vendrá bien recordar al gran patriarca, en lecciones continuadas vida y en aquella valiente, decisiva de su paso a la eternidad, a la Gloria.

A grandes pasos hemos de trazar hoy la vida de este sacerdote excelentísimo. Son apuntes que he tomado a la ligera y que pueden servir, un día que espero, para completar su biografía ¡unto a una selección, de su profunda obra doctrinal, poética, antológica en lo que se refiere a sus magistrales sermones, algunos de los cuales he podido recuperar por ahí, para incorporar a mi archivo, y dar luego a la luz.

Don Pedro Alcántara, podía ser de hoy. Algunos de sus condiscípulos bien amados y amigos entrañables, rigen con pulso cierto y vivifican con sus venerables presencias los destinos de gloriosas diócesis españolas. Don Pedro Alcántara tendría hoy setenta y siete años de edad; es decir, que nació el día 21 de diciembre de 1876 en la calle de Guardas, cuyo paradero exacto ignoro hoy, así como su actual denominación; pero sí recuerdo haber pasado por ella y oírle exclamar cuando iba acompañado de mi inolvidable padre: "en esta casa nací yo".

Eran sus padres don Antonio y doña Rosario, y fué bautizado por don José Balsallobre, coadjutor de la iglesia de la Asunción, el día 25 de diciembre del mismo año. Se le pusieron los nombres de Pedro de Alcántara y Tomás.

De su primera infancia tengo pocos datos. De su adolescencia algunos más. Sé que estudio Bachillerato en el Instituto de Albacete, con una aplicación y aprovechamiento ejemplares, como demuestran las calificaciones de examen, con sobresalientes y matrículas de honor. Recién terminados estos estudios debió rondarle la vocación al sacerdocio, puesto que, en el curso académico de 1891 a 1892 y siguientes aprobó en el Seminario de San Fulgencio, de Murcia, un año de Filosofía y perfección de Latín y seis de Sagrada Teología, obteniendo siempre y en cada una de las asignaturas, las calificaciones de Meritissimus A los veintitrés años de edad, tuvo necesidad de pedir a la Santa Sede dispensa, para que, a título de congrua sustentación, se le confirieran las órdenes sagradas. Fué ordenado de Presbítero en las Témporas de la Santísima Trinidad del año 1899 siendo sus padrinos de honor el por el mismo misacantano denominado "praeclaro viro jurisconsulto» don Pedro Velasco y Falcón y su distinguida esposa. Predicó en aquella ceremonia el entonces Rector del Seminario Fulgentino don José María Tormo y Montoro, de santa memoria, quien vislumbró en don Pedro Alcántara aquella vocación de hierro, talento y dotes de gobierno que fueron norma de toda su vida apostólica. Cantó aquella primera misa en la actual Iglesia Arciprestal de Santa María de la Asunción de Hellín.

Empieza aquí una gloriosa carrera sacerdotal que, pasando por los años 1900 al 1923 le ha de llevar sucesivamente a Murcia, donde ocupa cargos de relevancia en la Curia y Seminario, compaginando cargos parroquiales con la Cátedra en dicho centro y la preparación de la Licenciatura en Derecho Canónico, en el Seminario Central de Toledo, del que es también Superior y que termina con la censura de némine . discrepante.

Nuevamente es nombrado Catedrático del Seminario murciano y continúa los estudios del Doctorado por la misma Facultad que le hace obtener en todas las asignaturas la ya tradicional calificación en el: Meritissimus cun laude.

El año 1904 es nombrado Cura Ecónomo de Tobarra y en el 1907 el mismo cargo le es conferido para la Parroquia de Santa María la Mayor de Murcia, hasta que absorbida dicha demarcación por la de San Bartolomé, es nombrado Cura de Beniaján y Arcipreste de Beniel.

Continúa explicando su Cátedra en San Fulgencio y en esta época se funda el diario ``La Verdad", de Murcia, del que es primero redactor de primera fila y después Redactor-Jefe. También por estos tiempos es nombrado examinador sinodal y pro sinodal de la Diócesis.

El día 6 de mayo de 1909 tras defender elocuentemente la tesis que le toca en turno, versando sobre "objectum primariun materiale charitatis, sicut et formale quad, est solus Deus, materiale secundarium creaturae rationales aeternae beatitudinis capaces; formale quo est bonitas infinita", recibe su primera borla de Doctor por la Universidad Pontificia de Granada con la clasificación némine discrepante. El Obispo de la Diócesis de Cartagena el Rvdmo. Padre don Vicente Alonso y Salgado quien ve en este joven sacerdote una gloria y porvenir venturoso para la Iglesia española y la Diócesis de que es "pervigilantissimo epíscopo".

El expresado Prelado, como premio a este éxito académico, regala a su sabio sacerdote un viaje a Tierra Santa del que hace primero unas crónicas admirables que son al terminar aquél, parte del diario oficial de la Peregrinación (1).

El día 28 de marzo de 1910 es nombrado Cura Párroco de Cehegin. En esta época hasta el año 1913 en que es nombrado Párroco-Arcipreste de San Juan, de Albacete, funda en la ciudad donde escribo estas líneas el Sindicato Católico de Obreros, la Caja Rural de Ahorros y Préstamos, restaura la herreriana Iglesia Parroquial, construye el amplio y actual Cementerio de la Parroquia y lleva a su feligresía a un grado de perfección y progreso espiritual admirable.

En esta época su oratoria ha alcanzado la madurez más exquisita ha empezado a recorrer los principales púlpitos de España.

De Cehegin a Albacete, de Arcipreste, como hemos dicho y allí ocupa relevantes cargos en la vida social y cultural: Profesor de Centros docentes, y sobre todo, delegado del Ayuntamiento y Audiencia Territorial en las conferencias penitenciarias celebradas en Murcia, en cuyo acto de clausura diserta, sentando sobre una base de justicia y realidad, la fama que le aureolaba de jurista destacado en cuestiones penitenciarias.

Detallar su actuación como Arcipreste de Albacete, necesitaría varios capítulos, pues deja una aureola admirable de sabiduría, bondad y santidad que, todavía ilumina el recuerdo de los contemporáneos de entonces.

Su fama de orador sagrado, la infinidad de publicaciones en que colabora, las constantes llamadas de que es objeto por doquiera, le obligan a pedir de la Santa Sede dispensa de residencia y marcha a Madrid como Secretario del Excmo. señor Obispo, entonces el doctor don Prudencio Melo y Alcalde. Es nombrado confesor ordinario y extraordinario y director de diversas Comunidades religiosas, y en fecha 27 de junio de 1918 obtiene la segunda borla doctoral por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Toledo con la calificación de nemine discrepante. Ahora ha versado su tesis sobre "Postestas seu principatus civilis Romani Pontificis non quiden absolute, bene vero moraliter necesarius est dicendus, ad convenientem scilicet ac perfectam existentian vel libertatem Eclesiae in presentí rerum ordine".

En 20 de abril de 1920 gana una canongía de la S. I. C. de Jaén y continúa con dispensa de la S. S. junto al señor Obispo de Madrid Alcalá hasta que, nombrado éste Arzobispo de Valencia en septiembre de 1923, se reintegra a su Diócesis de Jaén y es nombrado para ocupar los cargos más difíciles dentro de Curia diocesana: Fiscal General, Defensor del Vínculo, Director de Centros Católicos; más tarde, Consiliario de la Acción Católica, etc., sin olvidar las tareas docentes en el Seminario, al que ama entrañablemente hasta el extremo de legar su maravillosa Biblioteca para dicho Centro, después de su muerte.

Ha recorrido todas las Diócesis españolas. Está en la plenitud de su vida sacerdotal y ha sido llamado por diversos Prelados (de los que tiene licencias absolutas para apostolizar en sus Diócesis) para ocupar c argos de la máxima relevancia y cuidado. Se llega a decir que en dos ocasiones se le ofrecen mitras que él renuncia, por aquella modestia y humildad que le servían de norma, en favor de los restantes componentes que le seguían en terna.

Está junto a su Obispo, el Obispo mártir de Jaén, don Manuel Basulto y Jiménez, que le ama como a las niñas de sus ojos. El año 1934 es nombrado Arcipreste de la S. I. C. y en aquella época hace un viaje de secreto a Roma.

El, don Pedro de Alcántara, que pregona a su Hellín a corazón suelto, que tiene una entrañable devoción a la que "Genitrice Dei quae sub título dulcissimo del Rosario ferventer colitur in oppido Hellín" viene todos los años a visitar, decir misa en su camarín y predicar, para cantarle sus gracias y dedicarle sus panegíricos más brillantes, ha venido también en el verano del año 1936, y en aquella casa que el mandó construir muy cerca de la Virgencica del Rosario y la Parroquia bien amada, le sorprenden las noticias del Glorioso Alzamiento Nacional. Su corazón de patriota vibra y pide a Dios por la resurrección de España. No es todavía la hora, hay que penetrar por el calvario, por el infierno de la horda y se siente padre recogiendo en su propia casa a varios pobres sacerdotes comarcanos que anclan huídos y a quienes se busca dañinamente.

Es prendido, y sin quitarse la sotana en la que además aparecen los vivos de su dignidad, privilegio del cabildo giennense, pasa unas horas en la Inspección de Vigilancia y es llevado a Tobarra, donde apaleado bárbaramente por los que un día fueron sus feligreses, por no querer quitarse la sotana, es sacado a la carretera donde recibe el consuelo del martirio por su Dios y por su España. Hace pocos días que ha muerto también, gloriosamente, el señor Obispo de Jaén y tras de oír la noticia por la Radio, entre familia, predice su fin este hellinero glorioso (2). Su tránsito el día 21 de agosto de 1936.

Sus restos recibieron tierra en el Cementerio de Tobarra. Después de la Liberación, fueron trasladados; al Cementerio que él construyese en Cehegin, donde yacen también sus padres, fallecidos durante su vida pastoral en ésta.
(2) Sus últimas palabras: "En los momentos solemnes de dar mi vida por la fe queréis que me quite la sotana. ¡Qué niños sois! Pido a Dios que os perdone, como yo os perdono".
Y estas otras: "Me matáis por Sacerdote; pido a Dios que, por cada gota de mi sangre surja uno".


Al conocerse su muerte en zona nacional, son verdaderas oraciones fúnebres, epitafios que conmueven las palabras de consuelo que propugnan por enviar sus hermanos de sacerdocio y más aún, de episcopado. Por si algún día la Diócesis de Jaén iniciara el proceso que claman los mártires de la Cruzada Santa de España, yo guardo como preciado tesoro escritos de esclarecidos príncipes de la Iglesia, hablando de él, y guardo escritos y poemas, y guiones inéditos unos, publicados otros, de don Pedro Alcántara.

Pero el mejor epitafio de todos, el que expresa la grandeza de su alma, lo gigante de su vocación, es el que mandó gravar él mismo para sombra de la tierra que bendijo su mano por primera vez y que cubre su sueño sepulcral: "In te Domine esperavi".





NOTAS:


(1) En Tierra Santa celebró misa en la Cueva de Belén y contaba muchas veces que aquel día felicísimo colocó sobre el alaltar una estampa de la Virgen del Rosario que siempre le acompañaba, para que en aquel momento estuviera presente la Patrona de su pueblo.

(2) Sus últimas palabras: "En los momentos solemnes de dar mi vida por la fe queréis que me quite la sotana. ¡Qué niños sois! Pido a Dios que os perdone, como yo os perdono".
Y estas otras: "Me matáis por Sacerdote; pido a Dios que, por cada gota de mi sangre surja uno".

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