viernes, 12 de diciembre de 2008

Historia breve de la Tamborada

Origen de La tamborada


Gracias a la utilización del tambor, las huestes almorávides, en la batalla de Sagrajas (año 1086), consiguieron la huida de las tropas cristianas (en las que formaban hellineros). Después se creyó que, tras la reconquista, los musulmanes conversos se mofaban de los cristianos en Semana



Santa haciendo sonar los tambores y cualquier instrumento ruidoso.
Pero fue en 1411 cuando San Vicente Ferrer, en predicación en Hellín contra brujas y adivinos, instauró las procesiones de penitencia encabezadas por "músicos y tambores" y que perduraron hasta mediados del siglo XIX. Totalmente documentada está la procesión de los Azotes de mediados del XVIII en la entonces villa, que era encabezada por dos grandes hileras de tamborileros. Y también lo está la escisión definitiva de éstos en 1876, por las protestas del clero local ante su indisciplina y crecimiento espectacular, por lo que comenzaron a redoblar sus tambores fuera de las procesiones. Ello llevó a que las tamboradas se configuraran en la forma y manera en que hoy las conocemos, tocando los tamborileros el tambor libremente por las principales calles del centro de la ciudad.
Como se puede apreciar, la Tamborada de Hellín tiene un origen procesional que ha evolucionado de forma similar en localidades como Mula, Moratalla, Tobarra y Agramón. Existiendo también localidades en que los tamborileros forman también parte de los desfiles procesionales, como en Cuenca (las Turbas o Turbos), Baena (Coliblancos y Colinegros), Calanda, Híjar, Alcañiz, Alcora, Andorra, Teruel, Zaragoza, etc. Otra importante manifestación tamborilera de nuestro país son las "Tamborradas de San Sebastián", aunque estas no tienen un origen religioso sino más bien se trata de un alarde militar.



La Tamborada de Hellin


Las Tamboradas de Hellín (La Ciudad del Tambor), constituyen un multitudinario rito en el que impera la participación, la convivencia y la hospitalidad, entre los cerca de 20.000 tamborileros y tamborileras que toman parte en estas, bien de manera individual, o formando grupos o peñas. Sin distinciones de edad, sexo o condición se interpretan los redobles típicos de manera ininterrumpida.
Las Tamboradas transcurren entre el incesante y ensordecedor "rugido" de los miles de tambores, pudiéndose también apreciar "exhibiciones" en el redoble y sanos "piques" entre peñas por imponer su toque. Por todo ello y por el carácter integrador y hospitalario de los hellineros, las Tamboradas de Hellín, las más multitudinarias que se conocen, han merecido la declaración de "Fiesta de Interés Turístico Nacional".



El Tambor


El tambor en Hellín es casi en su totalidad artesanal, mayoritariamente artístico y en muchos casos se convierte en verdaderas joyas de excepcional creatividad y belleza; constituyéndose en el elemento central, alrededor del que gira toda la magia de esta tradición.
Nuestro diccionario describe el tambor como: "instrumento músico de percusión, de forma cilíndrico, hueco, cerrado por dos pieles tensas y que se toca con dos palillos".
Se compone de caja, parches de resonancia con aros de sujeción, bordones y tornillaje. El tambor antiguo tiene la caja de hojalata, parches de piel montados en aros de madera, bordones de tripa y tornillos de sujeción con tuercas. La piel utilizada desde tiempo inmemorial es de cabrito (cría de la cabra), preferentemente en edad de "chivo" o "chivato". La preparación de la piel es totalmente artesanal y consta de los siguientes procesos: remojado, pelado, refregado, recorte, remetido en los aros y emparchado. Gracias a este singular proceso se consigue que cada tambor tenga su "particular voz".
En la actualidad el tambor, con la llegada de nuevos avances técnicos, es mayoritariamente elaborado con la caja de metal, los parches de resonancia de plástico, los tornillos niquelados, con tuercas tipo palometa y con dos juegos de bordones interiores bajo los dos parches y otro exterior en el de abajo, para los que se utiliza cuerda de guitarra.
El tambor artístico enriquece su caja, aros y sobre todo su tornillaje con motivos y figuras fundamentalmente de la pasión de Cristo. Exquisitos calados en las más variadas técnicas y materiales (madera, metacrilato, aluminio, niquelados, repujados, plata, oro, etc.) convierten a centenares de estos instrumentos en verdaderas obras de arte, dignas del mejor orfebre, en las que se invierten miles de horas de trabajo y se alcanzan valoraciones millonarias.


Los toques del Tambor.






A las interpretaciones que los tamborileros repiten de manera incesante, bien individualmente o al unísono con su peña o grupo, se las denomina "toques". Su duración varía entre los cinco y diez segundos, dependiendo del toque de se trate. Sin lugar a dudas, el mas tradicional y mayoritariamente interpretado es el "Racataplá".
Resulta curiosa comprobar en las Jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo, que anualmente unen a veintiún localidades españolas hermanas en la tradición, que también es tocado en la práctica totalidad de poblaciones participantes. Ello nos lleva a determinar que probablemente el origen de esta tradición de las Tamboradas es común. Como variantes del "Racataplá" podemos citar los toques: "Racatracatrá", "Milindrillo" y "Doble Milindrillo".
Con una interpretación también masiva y probablemente originario de las mofas que provocaron la salida de los tamborileros de las procesiones en año 1876, podemos citar el toque "Que me lo han tentao".
Otro toque que debe también su origen a la "burla" de los tamborileros hacia un guardia municipal de la primera mitad del siglo XX que, celoso de su trabajo, "les instaba" a que cesasen de tocar el tambor al termino del horario de la Tamborada, se denomina, "Como Rambla".
También podemos encontrar singulares composiciones asociadas a escenas cotidianas a las que el ingenio de los tamborileros "pusieron música", como el denominado "Me ha dicho mi madre que me de usté un pan".
Otros acompañamientos tamborileros a canciones de época como "La Raspa", así como influencias de toques militares acompañados de los típicos clarines o cornetas, completan este singular repertorio.
Pero es con el denominado "Repiqueteo" cuando el tamborilero demuestra su virtuosismo con los palillos y redobla su tambor libremente, combinando diversos toques y demostraciones de sincronización como "El Tren". Toques extraidos del CD "El corazón del Tambor" producido por Hermanita Musicaria

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