lunes, 1 de septiembre de 2008

"Hablemos del Cementerio"

foto de la entrada del cementerio de Hellín (foto La Verdad)
En el mes de noviembre recordamos de manera especial a nuestros difuntos. El pasado año dedicaba mi crónica de noviembre a ver cómo se celebraba en nuestro pueblo el “mes de las ánimas”. En el mismo anunciaba mi deseo de hacer un breve recorrido por los cementerios de Hellín, mejor diría sobre los enterramientos de nuestros mayores más cercanos.

No voy a tratar hoy el enterramiento de los primeros pobladores de Hellín y su entorno. Hay ya estudios muy bien hechos sobre ello por personas mejor preparadas y cualificadas que yo.

Hace muchos años, en mi juventud, viví el descubrimiento de lugares sagrados –como así se consideraban los lugares de enterramientos y el pueblo llano los denominaba “El Camposanto”- junto a “La Camareta” y en “El Tolmo”, o en los aledaños de nuestra fuente, en “Excunátar”.

Tampoco voy a referirme hoy a los enterramientos en los templos, donde tenían sus derechos las familias más pudientes, en sus capillas propias.

El día 2 de Julio de 1.958 presencié la exhumación de los restos de Don Cristóbal Lozano en la capilla de San Pascual Bailón, en el Convento de San Francisco. Allí estuve con el P. Joaquín Meseguer, guardián del Convento, con mi maestro Don Jacobo Serra y con mi abuelo Emiliano, junto con los albañiles Juan Tomás y Antonio Hernández, que realizaron el trabajo.

Hay un barrio en Hellín que se denominaba “Osarios”, que hoy corresponde a la calle de Eras y alrededores, incluido “El Plantonar”.

El primer cementerio, posterior a los templos, lo encontramos en Hellín en “Las Puertas de Madrid”, que luego se convertiría en la “Cerámica de Garaulet”. Este cementerio sí llegué a conocerlo y lo visité con mi abuelo antes de su demolición, cuando estaban realizando la “monda” total de restos.

Muchas familias ya habían construido sus panteones en el nuevo cementerio y habían trasladado allí a sus antepasados, o bien en nichos adquiridos en propiedad.

El actual cementerio se inaugura a principios del siglo pasado. Hace ahora cien años. Así lo vemos en la inscripción del interior de la portada: “Se hizo esta portada el año 1.907, siendo alcalde de esta Ciudad D. Justo Millán Villote”. El diseño de la portada lo realizó Don Justo Millán Espinosa, padre del alcalde, y la forja de la puerta es obra del maestro Diego Duarte, el mismo que realizara la que da acceso al atrio del Santuario del Rosario.

La plantación de los pinos, en el paseo, se hizo pocos años después por los niños de las escuelas. Conozco a personas nonagenarias que aún recuerdan el pino que plantaron.

Conocí el cementerio con pocos panteones y muchas tumbas en la tierra, donde se enterraba a quienes no tenían para comprar un nicho. Se hacía el hoyo y, una vez colocado el cadáver, se cubría con tierra, rematando la sepultura con un sencillo caballón, en cuya cabecera se colocaba una cruz. Al pasar cinco años se exhumaban los restos, que se trasladaban al osario, con aviso previo a la familia, que, si podía y lo deseaba, los trasladaban a un nicho.

Lo más poblado era la “Marquesina” –hoy semirruinosa- y los cuatro “Pabellones”. La “Marquesina” en su lateral derecho, según se entra, está dedicada al Niño Jesús, y el lateral izquierdo a la Virgen del Pilar.

El primer “Pabellón” está dedicado a San José; el segundo a San Justo; el tercero a San Rafael y el cuarto a la Virgen del Rosario.

Nuestros mayores tenían más delicadeza y sensibilidad en la denominación de los paseos y calles donde se ubicaban sus nichos y panteones. Así, en la misma entrada, tenemos, a derecha e izquierda, la “Travesía de San José”. El paseo central lleva el nombre de “Paseo del Salvador” y paralelas al mismo, por la derecha, están las calles de “Los Desamparados”, de “Las Angustias”, la de “Jesús” y la de la “Purificación”.

Paralelas al “Paseo del Salvador”, por la izquierda, están la calle de “La Pasión”, la de “Jerusalén” y la de la “Gloria”. Luego vendrán la travesía de “Los Dolores”, la de “La Magdalena” y la del “Santo Sepulcro”.

Y, por lo visto, ya se agotó el santoral, y se pasó a las cifras. Con lo bonito que sería dar nombre a las distintas marquesinas y pabellones. Menos mal que los residentes allí no protestan.
En estos días he visitado, sin prisas, nuestro cementerio y he recordado, junto a mis seres queridos, a muchísimos amigos y conocidos, a los que admiré y por los que he rezado y deseado la paz eterna.

No puedo citar nombres porque sería imposible esa larga relación y siempre quedarían algunos en el olvido involuntario. Sólo citaré algún sacerdote o religioso. Sí me he permitido citar algunos epitafios y ruego a los familiares que no se disgusten por no poner los nombres. Muchos recordarán a sus deudos por la nscripción.

La mayoría de las lápidas están con los epígrafes de “tus padres, hijos, hermanos, nietos no te olvidan”, o “te recordaremos siempre”, o “vivirás en nuestros corazones” y similares. Hay algunas que denotan una gran fe en la resurrección y en la pertenencia a Dios.

Don Antonio Sánchez González, Arcipreste de Hellín, en el pabellón de San José, tiene una espiga madura doblada frente a la cruz y “Descansa en la paz de Cristo y de María”. También una espiga doblada frente a la cruz, sin más inscripción que su nombre, cubre el nicho de un buen amigo, poeta y cantor de Hellín, recientemente fallecido.

Otro arcipreste de Hellín, Don Santiago Sánchez García, “Aquí espera la resurrección de los muertos”. Muy cerca del mismo está el Padre Gabriel, Terciario Capuchino, con su inscripción:

“¡Oh divino Redentor
Por tu sangre preciosísima,
Perdona a este pobre pecador.”





El Padre Álvaro, también Terciario Capuchino: “Mater Dolorosa”. El Padre Urbano: “Muriendo se resucita a la vida eterna”.

El sacerdote Don Ángel Escandell, gran amigo y compañero de seminario, nos deja este recuerdo:

“Si vivimos, vivimos para el Señor.
Si morimos, morimos para el Señor,
En la vida y en la muerte somos del Señor”.





Otros muchos sacerdotes, amigos y conocidos, sólo dicen “Sacerdote”.

En la calle “Desamparados” está el panteón de las “Misioneras de la Caridad”, donde nos encontramos al Padre Manuel (Capellán de la Congregación) y a la Madre María Jesús, primera Superiora General, junto a otras hermanas conocidas de todos. No olvidemos que la Madre Fundadora, María Luisa Zancajo, está enterrada en la capilla de la casa madre, junto a la Carretera de Liétor.

En la calle “Pasión” se encuentra el panteón de las “Hermanitas de los Ancianos Desamparados”, con una pequeña lápida lateral con el nombre de once religiosas y destacando en el frente Sor Eugenia San Francisco de Sales, fallecida hace dos años.

En la misma calle “Pasión” se construyó hace muy pocos años el panteón de los Padres Franciscanos, con una lápida lateral con los nombres de los nueve religiosos que allí reposan, empezando por los tres mártires (P. Rufino, P. Andrés y Fr. José María –asesinados en 1.936-) y finalizando con el P. Plácido. Todos reposaban antes bajo el camarín de la Virgen Inmaculada. Las religiosas de Santa Clara tienen su propio cementerio dentro de su monasterio, como lo tenían en su antiguo convento en la Plaza de las Monjas.

La Compañía de María tiene varios nichos. Uno en la “Marquesina” donde está enterrada la Madre Gadea, junto con su padre, y varios nichos más en la marquesina descubierta con los restos de muchas religiosas conocidas, incluso los de la Madre Ceballos, que lo vino a fundar y falleció en el año 1.919.

Muy cerquita de ellas, los nichos de varios “Caídos por Dios y por España”.

La Orden Franciscana Seglar también tiene aquí su huella, ya que encontramos varias lápidas que nos dicen, tras los nombres, “Terciario Franciscano”.

Junto a lápidas extraordinarias y lujosísimas, hay otras muy sencillas, e incluso nichos sin lápida, simplemente encalados. Abundan los crucificados, vírgenes y santos. También las hay sin una sencilla cruz, incluso en personas conocidas que fueron creyentes y devotos.

Las fotografías figuran en un porcentaje muy elevado. Se da un buen número de inscripciones que testimonian la fe de los que allí reposan y la de sus deudos. Abundan citas de la Biblia y textos de los Santos Padres, relacionados con la muerte y la resurrección. Las hay muy cortitas y sentidas.

A continuación transcribo un buen número de inscripciones –no todas- que figuran repartidas por todo el cementerio:


“Un hombre bueno”.
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“Señor, acógenos”
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“Jesús mío, misericordia”
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“Elí, Elí, Lama Sabaktaní”
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“Con vosotros quedo, no temáis”
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“Tu amor y tu vida está en nosotros”
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“Rogad por mí, que yo rogaré por vosotros”
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“Dios lo probó y lo halló digno en Él”
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“Testigo de Dios en la tierra”
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“Mi alma tiene sed del Dios vivo”
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“Que nuestra oración venga a ti Señor”
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“…y Jehová Dios, quitará la muerte para siempre…”
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“Muriendo se resucita a la vida eterna”
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“Descansa en la paz de la Resurrección”
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“Amarte ha sido fácil. Olvidarte imposible”
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“Nos creaste para ti y contigo estamos, Señor”
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“Dios lo creó, a Dios ha vuelto”
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“Si morimos con Él, viviremos con Él”
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“Gracias por lo bueno que nos has enseñado”
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“A sencillez, humildad y amor saben tus recuerdos”
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“El que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá”
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“Tu luz iluminará nuestro camino”
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“La paz acompañe tu descanso”
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“En la vida y en la muerte somos del Señor”
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“No lloréis por mí, pero sí rezad por mi alma”
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“En tus manos encomiendo mi espíritu”
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“Fuiste una bella realidad y ahora eres un bello sueño”
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“¡Qué agradable es morir cuando se ha vivido sobre la cruz!
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“La muerte de los justos es preciosa a los ojos de Dios”
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“Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”
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“La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma”.

Hay inscripciones que nos recuerdan a personas populares en su tiempo:



“Rezad una oración por el alma de Villajicos”
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“Teresa Barrajón Guarinos y su hermano que lo tiene de vecino”.


Vemos una bonita manera de reseñar las fechas:


“Nació para morir el 3-8-1913
Murió para vivir el 23-6-2003”

Hay inscripciones con pequeños poemas, que, con pocas palabras, expresan nuestro amor y deseos:


“Cristo resucitado, haz que los que nos precedieron
en la fe lleguen al reino de la luz y de la paz”.
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“Guárdame como a las niñas de tus ojos…
Y al despertar veré la luz de tu rostro”.
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“No me lloréis. Recordad como era ayer
y siempre en vosotros viviré”
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“Haz Señor que yo viva en la verdad
para que se me haga verdad la muerte”
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“Ha sido tan profunda vuestra huella
que siempre notaremos vuestra presencia”
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“Acabaste la vida
y el dolor nos ha llenado.
Merecías el cielo
y ya te lo habrán dado”
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“No puede haber lugar para la tristeza,
cuando acaba de nacer a la vida”
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“Yo soy espíritu divino, soy hija de Dios,
y en presencia de Dios vivo eternamente”
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“Yo soy el camino, la verdad y la vida,
quien cree en mí no morirá”
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“Gracias por estos años de valentía, de esfuerzo
y de lucha por aferrarte a la vida,
por hacernos felices”
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“Papá, hemos vivido contigo brevemente,
pero jamás saldrás de nuestras mentes”
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“Por ser una buena esposa, madre y abuela,
Dios en sus brazos te tiene. Te queremos”
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“El Señor te muestre su rostro,
tenga misericordia de ti
y te conceda la paz”
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“En nuestro corazón sentimos tu mirar.,
En nuestro corazón te recordamos.
En nuestro corazón guardamos tu ilusión.”
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“Cuando regrese a tu lado
no volveré a llorar.
Sé que estás en el cielo,
eres alma en libertad
¡Gracias mamá!”



En una preciosa lápida con la “Invicta”, leemos:


“Cuánta devoción tenías
a la Inmaculada Concepción.
Era tu luz y tu guía,
la llevabas en el corazón”.
En una lápida, sobre un corazón:
“Eres mi ángel,
eres mi amor,
eres el que me guardas,
yo te guardo en mi corazón.”
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“Te pido que desde el cielo nos guies por el buen camino
para cuando nosotros marchemos estemos contigo a tu lado”
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“Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”
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“Os bendigo en mi vida y después de mi muerte
en cuanto puedo y más aún de lo que puedo
con todas mis bendiciones”
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“No lloréis, sed buenos. Voy a unirme con Dios y os espero en el cielo.
Yo muero pero mi cariño no muere.
Os amaré en el cielo como os he amado en la tierra”.
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“Fue católica ferviente;
y poseyó en alto grado la virtud del trabajo.
¡Dios misericordioso la tenga en su gloria!”
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“Fuiste para mí la abuelita que todo hombre
quisiera tener. Mis ojos ya no te ven.
Pero mirando al cielo encontraré tu mirada, dulce y triste,
que iluminará mi camino para siempre”


En el frontis de un panteón, leemos:


“¿Por qué buscáis de entre los muertos al que vive?
No está aquí. Ha resucitado.
Donde yo estoy, vosotros también estaréis”.
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“Juntos emprenden viaje al reino de Dios para gozar la gloria
prometida por la Virgen María, su hijo Jesús y Dios. Amén.”


Hay unas pocas lápidas con texto más amplio:


A un hermano:
“Qué tristeza me dejas ángel mío.
Sólo tengo el consuelo de saber
que allá en la eternidad
donde te encuentres,
el que tanto te quiso
aquí en la tierra
para siempre te tiene junto a Él."
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De una esposa e hijos:
“Que el camino te resulte agradable,
Que el viento te sople de espalda
Y que el sol te dé luz y calor.
Dios sea tu protector
Y te guarde en la palma de su mano”.


Un joven matrimonio con su hija, fallecidos en accidente. Lo adorna una foto del día de la boda:


“Juntos labramos futuro,
de amor y felicidad.
Juntos Dios quiso que
este futuro fuera en la eternidad.
Con un amor infinito
lejos pudimos llegar.
Y juntos con nuestra hija
llegamos a la eternidad”


Dos hijas a sus padres, fallecidos en unos meses. Los dos nichos están juntos en horizontal.


Madre:
“Gracias por dejarnos
la antorcha viva de tu fe.
Y gracias por los buenos frutos
de tu siembra. Te queremos”
Padre:
“Amanecía el 18 de Agosto
Y a la muerte le recordaste
Que tenías una cita
Para seguirle diciendo:
El amor cree sin límites,
Espera sin límites,
Aguanta sin límites,
El amor no tiene fin…. Tus hijas…”


Quiero cerrar este recorrido con la lápida de un matrimonio, la esposa falleció y el esposo le dedicó una preciosa lápida. Dos ángeles abren un pergamino en el que se ve el Santuario del Rosario y la inscripción:


“Donde hemos nacido
Queremos morir”
Y un poco más abajo dice así:
“¡¡ Sole !!
Compañera de mi vida.
Te quise mucho
Pero fue más.
¡¡ Mucho más !!
Te fuiste de mi lado
Porque Dios
Te mandó llamar.
Dejándome ¡¡ Solo !!
¡¡ Solo !! Con mi soledad.”


Así finalizamos este pequeño paseo por nuestro “Camposanto”, recordando con nuestro mejor cariño a los que nos dieron vida y nos hicieron su mejor regalo: su amor. Un beso.

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