viernes, 10 de octubre de 2008

Los Niños de Hellín Por Emiliano Martinez



Se ha perdido una de las costumbres de los hellineros que a los hijos de familias pudientes les llamaban “El Niño…”, que normalmente se perdía al contraer matrimonio.

Me detengo de manera especial en la devoción al Niño Jesús que siempre tuvieron los hijos de Hellín. Ello justifica la cantidad de imágenes del Niño Dios que hay en los distintos templos de nuestra querida ciudad.

La Religiosas Clarisas tenían un buen número de estas sagradas imágenes. Ignoro si aún las conservan. A algunas las tenían en cunas y otras ya mayores, eran preciosas imágenes de vestir. Algunas de éllas las tenían para visitas domiciliarias por las casas de nuestro pueblo.

La “Seisena” al Niño Jesús la celebrábamos del uno al seis de Enero en la Parroquia, siendo, por tanto, el primer ejercicio del año. En el mismo mes de Enero se comenzaba el novenario de “La Candelaria”, que finalizaba el día dos de Febrero con la “Presentación” del Niño Jesús en el templo.

Recuerdo de mis años de seminario (1944-1953), cuando en las vacaciones de Navidad hacíamos la rifa de un precioso Niño Jesús, destinando sus beneficios a la compra de figuras del “Belén” que montábamos en la Parroquia de la Asunción, cuyo principal artífice era mi compañero Ángel Escandell, recientemente fallecido.

Estaba muy arraigada la devoción al Niño Jesús de Praga, a quienes los chiquillos llamábamos el “Niño de la Bola”. En las visitas a Praga, la mayoría de las agencias de viaje incluyen la visita al templo donde se venera dicha imagen, de origen sevillano, como todos sabemos.



Entre los templos de Hellín, donde se venera al “Niño Jesús de Praga”, está el de Santa María de la Asunción y el convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles.

Muy cerca tenemos una ciudad con especial devoción al Niño Jesús. Me refiero a Mula, que tiene una pedanía dedicada a Él, con estación de ferrocarril “El Niño”, en la antigua línea de “Vía Estrecha” de Murcia a Caravaca. La “Historia del Niño Jesús de Mula” la escribió Don Antonio Sánchez Maurandi, sacerdote muleño, a quien conocí de párroco en San Antolín, en Murcia.

Pero en Hellín tenemos un precioso Niño, a quien han venerado muchas generaciones de hellineros, y que nos hizo un maravilloso regalo: La Coronación Canónica de Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Rosario. Gracias a la antigüedad del Niño que lleva en su regazo fue posible la Coronación Canónica en el año 1.955.

La popularidad del “Niño” es tan grande y familiar, que por éllo se le permitió al “Tío Tomate” su célebre coplilla:

"La Virgen del Rosario
tiene un “Niñico”
que ni come, ni bebe,
y está gordico.”

Algo parecido ocurre con la Virgen Niña. Las “Monjas Claras” tienen una “Niña María” con acreditada fama de milagrosa. Era costumbre medir una cinta que tenía la misma altura de la “Niña María” y se dejaba para los enfermos y personas delicadas que la solicitaban.

Excepcional relevancia tuvo la fiesta de la Niña María, que se celebraba en el Colegio de la Compañía de María, o Monjas de la Enseñanza, el 21 de Noviembre, Presentación de la Virgen en el Templo, con su procesión por las calles de Hellín.

El pueblo siempre tuvo y conservó estas devociones con verdadero cariño y simpatía. Quizás también constituía una muestra de cariño familiar esta forma de expresión en gran número de hogares. El niño y la niña, para referirse a los retoños que permanecían en la casa

Sin ser exhaustivo, quiero dedicar un recuerdo especial a algunos “niños” que he conocido, incluyendo a los que, ya casados, conservaron este título hasta el fin de sus días.

Empiezo por el “Niño Ignacio” Valcárcel Serra, con quien me unía una gran amistad, y charlé muchas horas recordando nombres y anécdotas de los Valcárcel y de muchas otras familias emparentadas. Su amabilidad y sencillez le daban una conversación agradable y cordial. Era un gran conocedor de los campos de Hellín y sobre todo de nuestro río y su querido Tedelche, o “Telche” como decían los más viejos.

Forzosamente he de seguir con el “Niño de las Monjas”, Pedro Antonio Rodríguez Moreno, que se ganó el título por vivir en la Plazuela de las Monjas, frente al Convento de Santa Clara. Vinculado también a unas de las familias más antiguas de Hellín: Los Rodríguez de Vera y los Rodríguez “Pelaos”, por línea paterna, y los López de Haro, por línea materna.

Continuamos con el “Niño del Cenajo”, Angel Ruiz Martínez, por su procedencia, relacionado con la industria harinera por sus hermanos Emilio “El de la Panificadora” y Santiago “El de la harina”.

El “Niño de la Torre”, José Fernández, que tomó este nombre cuando quiso ser torero, por su procedencia de “La Torre de Uchea”.

El “Niño Jaime” Cano Ladrón de Guevara, recientemente fallecido, abogado y miembro del Cuerpo Diplomático por oposición. Con una gran cultura, no ejerció nunca su profesión, viviendo en la calle Eras, en el caserón de sus padres: el médico forense Don Enrique Cano “El Tío Cartón” y Doña Guadalupe Ladrón de Guevara.

El “Niño Eusebio” García Gil, hijo de Eusebio “El de la Elisa”, con sus famosos caramelos del “Congreso”, vinculados al “Paso Gordo”, al que rociaban de caramelos al pasar frente a su domicilio. Esta costumbre la tenían también con San Antón, sólo que a éste le tiraban peladillas, que las hacían riquísimas.

El “Niño Antonio” Millán Pallares, entusiasta de Hellín y muy especial de nuestra Semana Santa. Abogado y escritor de fina pluma. Muchos años Hermano Mayor de la Cofradía de la Virgen del Rosario, Patrona de Hellín. Con vocación religiosa, ingresó en la Orden de Santo Domingo, siendo novicio con el Padre José Merino. Fue fundador de la procesión del Jueves Santo, con neto sabor sevillano, regalando a Hellín la Virgen del Dolor y el Jesús del Gran Poder, extraordinarias obras de su gran amigo Fernández Andes.

El “Niño Elías” Martínez Velasco, hijo del gran alcalde Don Juan Martínez Parras y Doña Pilar Velasco Ortuño. Combinaba sus cofradías de “La Verónica” y “La Dolorosa”. De carácter muy agradable y familiar, le tenía un gran afecto a su fámulo “Macica”.

El “Niño Luis” Ladrón de Guevara Peñafiel, casado con su prima, la guapísima María Luisa Cano. Administrador, durante muchos años, de su tía Doña Elvira Ladrón de Guevara, en la Plaza de San Francisco, heredera de la gran fortuna de los Salazar y de los García-Noblejas.

El “niño Juanito” hijo de Doña Florentina Delicado “La Capitana”, con profunda minusvalía, primo hermano de Don José Delicado Baeza, Arzobispo Emérito de Valladolid, que disfrutaba buena parte de sus vacaciones en nuestro pueblo, en sus años de Seminario.

El “Niño Juanito” Sánchez Quesada, a quien conocimos como miembro de un gran número de nuestras cofradías pasionarias, portando el estandarte o guión.

Y como final de los niños, mi buen amigo Jesús “El Niño”, antiguo dependiente en la tienda de Ismael, en el Rabal, junto con su hermano Hipólito, viejo compañero de Acción Católica en el Rosario.

Entre las mujeres era menos frecuente la denominación de “Niña”, pero también recuerdo a:

La “Niña María”, en el Barrio Nuevo, que hacía de mandadera en todo el barrio.ç

La “Niña Urbana” Ruiz Caro, con su bata blanca de enfermera primero en la Plaza de la Iglesia y después en la calle del Mono. Vivía con su hermano Pepe, agrimensor, como entonces se llamaba a los Peritos Agrícolas.

La “Niña Pepa” Toboso, en la calle del Águila, cuñada doble de los Muñoz, al estar casadas sus hermanas Juana y Carmen con los hermanos Juan y Manuel Muñoz Martínez.

La “Niña Aurora” Millán Villote, a quien el pueblo conocía como a la “Chepaica de Don Justo”. Aunque muy vinculada al Convento de San Francisco, no le impidió hacerse cargo de la Capilla de San Antonio en la Parroquia de la Asunción.

La “Niña Lourdes”, Claramonte, tía de mi buen amigo y antiguo vecino José Morales Claramente, fue muchos años miembro de la Junta Directiva de la Cofradía de la Virgen del Rosario, en su Rama de Señoras, en la época de Doña Remedios Marín y de Doña Candelaria Falcón.

La “Niña Consuelo” Ladrón de Guevara Peñafiel, vinculada a la Cofradía de la Inmaculada La “Invicta”, en el convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles.

La Niña “Meona” con su domicilio en la Plaza Nueva.

Algunos no llegaban a ser “Niños” y se quedaban simplemente en “Nenes”, y así encontramos a:

“El Nene” Rafael Sánchez Martínez, hermano de “Las Tortolicas”, todos solteros, que vivían en “El plantonar”. Fontanero del Ayuntamiento, era el encargado de cortar el agua de los depósitos.

El “Nenejo”, fontanero de profesión, con una larga saga que continuaron el mote.

El “Nenín” en pleno barrio del Castillo. Era el azote de la chiquillería hasta que la “Choni” le paró los pies.

La “Nena” en la familia de “Los Corteses”, vecina de “La Chulata”.

La “Nenica” con su librería en la calle Mesones, viuda de mi buen amigo Antonio Bueno, empleado de Banesto y entusiasta de nuestra Semana Santa.

La “Nena Pura” Andujar Morcillo, hermana de Manolo “El Chiki”, fallecida en estos días.

Los ha habido con las letras trastocadas y se llamaban “Nanes”, con mención especial para mi gran amigo Victoriano García Gil “El Nane”, primer barbero y después barista, que sustituyó a “Pan y uva”.

Aquí podríamos también incluir a los “Chicos”, entre los que destacaba el “Chico Señores” Juan Antonio Molina Hernández, gran ciclista en sus tiempos jóvenes.

El “Chiki” Manuel Andujar Morcillo, sibarita de la cocina, con su pequeño y taurino bar junto al Rabal, que nunca renunció a sus derechos de soltería.

Y cerramos con “El Chiquitet” en el “Bar Pepiche”, junto a las escaleras de la calle Gracia, al final del Rabal.

No cabe la menor duda de que se me han olvidado algunos, y quizás muy conocidos, pero creo que para los que nos dejaron, la gran mayoría, sea este mi mejor recuerdo en esta fechas de Semana Santa.

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