lunes, 29 de octubre de 2012

La subida al Calvario

Mirando  la revista Macanaz  aparecia en uno de sus num este escrito que hoy les relato




La subida al Calvario




Por J. MARCO

Canónigo



Creo que no exagero si digo que la Semana Santa de Hellín es su fiesta más popular y emocionante.
Sean creyentes, fervientes o fríos, al llegar Semana Santa, todos los hellineros se sienten electrizados por el mismo afán de sus Procesiones, cada año más hermosas y atrayentes. Y ¡ ay! de los ausentes esos días de Hellín, que son los estrictamente impedidos de acudir, pues tendrán que vivir sólo con el cuerpo fuera teniendo su alma toda en sus procesiones.
La Procesión de las Palmas resulta de un encanto y misticismo insuperable. Se puede considerar como la proclamación solemne del estado procesional clásico, que es el ambiente que se respira en todo y por todos hasta la Procesión del Resucitado, en que se encuentran y explotan los entusiasmos del pueblo y Hermandades todas en el vistoso encuentro.
Las dos notas más típicas son los célebres tambores y la subida al Calvario. ¿Desde cuándo data esa nota de los tambores, y cuáles son sus antecedentes y variantes con relación a las Procesiones? Allá los eruditos en costumbres populares. Lo cierto es que no siendo hellinero y no habiendo convivido varios años en Hellín no es fácil ni posible formarse una idea del matiz y partido que sacan de los tambores para realzar sus procesiones.
La otra nota de gran sabor religioso es "La Subida al Calvario". Muy de mañana da comienzo el gran desfile de Pasos, Hermandades y pueblo por el lado derecho del montecito, que al norte de la ciudad sirve de piadoso Monte Calvario. Acompañan orquestas interpretando himnos y estrofas doloridas a la insigne Dolorosa de Hellín, siempre bella y dulcísima, pero esa mañana más hermosa y compasiva que nunca.
El sol naciente alumbra suave y acariciador la cumbre del Monte Calvario en el preciso momento de la llegada a él de todas las imágenes. Hermandades y masa popular ofreciendo un emocionante y sugestivo a la vista por los variados colores de tanta túnica y los brillantes reverberos en los tronos bruñidos y bombas de cristales polícromos al oído por tanta súplica y clásicos himnos; y al corazón por la exuberancia de piedad y sentimiento religioso.
El desfile se inicia en seguida con el mismo orden y compostura por la vertiente derecha del montecito, sagrado para los hellineros por tan piadosos actos y los ricos oratorios allí levantados a la Pasión del Redentor.
Cada uno tiene sus preferencias y gustos, y sobrados motivos ofrece la Semana Santa de Hellín a los espíritus delicados y sentimentales. Para mi, "La subida al Calvario" es lo más: religioso, bello y característico de la Semana Santa en Hellín, y bien quisiera poder todos los años contemplarla desde el Plano del Rosario, en ese momento solemne de la llegada a la cumbre.
La razón que apoya mi preferencia es la semejanza que tiene el Calvario de Hellín con el auténtico de Jerusalén.
Leyendo en "Teatro de la Tierra Santa", de Adricomio, la descripción del Monte Calvario, entresaco, para ser breve, las frases siguientes: "Desde la casa de Pilatos al sitio en que se clavó la cruz en el Monte Calvario, hay 1.321 pasos. Como a la mitad de esta distancia empieza la subida al Monte Calvario. Para ayudar al Salvador alquilaron al Cirineo al salir de Jerusalén, y como al empezar la pendiente. El Monte Calvario estaba al septentrión de la ciudad. La hora en que llegó el Salvador al Monte Calvario con todo el cortejo, fué algo antes de medio día."
¿No es verdad que son coincidencias preciosas que avaloran muchísimo y dan gran relieve a "La subida al Calvario de Hellín", y justifican mi preferencia?

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