sábado, 20 de marzo de 2010

Setenta años de la imagen de la dolorosa en hellín




Setenta años han transcurrido desde la llegada a esta ciudad hellinera de la nueva imagen de la dolorosa.



¿Qué fue la antigua imagen?, ¿La destruyerón en la guerra?.








Hoy aun así sigue siendo muchos los seres que se hacen estas pregunta. Les dejo con una cronica del también hellinero José López Serrano.












La ‘Dolorosa’ de Salzillo








Episodio. José López Serrano relata la historia de esta imagen religiosa, que desapareció durante la Guerra Civil




Nuestra Señora del Rosario, Patrona y Alcaldesa, y la Inmaculada, titular del Convento de San Francisco, la popular ‘Dolorosa’ es una de las esculturas marianas más significativas y reverenciadas por el fervoroso pueblo de Hellín, según relata José López Serrano.«La actual talla, meritoria obra del escultor Collaut Valera, palía en parte la ausencia de la irrepetible Dolorosa de Salzillo, la cual continúa presente en el corazón de las generaciones de hellineros. Afortunadamente, diversas fotografías preservan para la posteridad tan valiosa imagen. Todos alcanzamos a contemplar sus ojos suplicantes, vueltos hacia el cielo en indudable gesto compasivo mientras borbotan lágrimas cuya transparencia es similar al rocío. En la expresión de su ovalado rostro de mujer sencilla y bella nos cautiva un torrente de dulzura que el genio de Salzillo supo plasmar, al igual que sólo la impronta del arte acapara el vuelo de las golondrinas en las abiertas manos orantes. Tanta dulzura en la Máter invalida al frío acero del puñal clavado en su pecho, como si transmitiera la alquimia operada en su corazón de oro conforme el inmenso dolor por la muerte de su Hijo se acrisola y transforma en intenso amor infinito hacia nosotros, al sabernos redimidos por la crucifixión. La Máter, por medio de la genialidad del artista, nos imparte así una magistral lección para que, a ejemplo suyo, practiquemos la alquimia en nuestros corazones, a fin de transformar en amor el dolor de las puñaladas que nos asesta el destino; o sea: dulcificar lo amargo y convertir en oro nuestros sentimientos que, previamente, las penas o el rencor hayan degradado a carbón emocional.Fácil resulta comprender el fervor y devoción que esta venerada imagen inspiraba durante las procesiones, nimbada de primorosa música y de una perfumada nube de lirios y azucenas u otras flores que realzaban aún más su inefable hermosura.La desaparición de tan valioso tesoro artístico aconteció durante la trágica contienda civil. Una versión supone que la irrepetible talla fue robada y transportada a Rusia. En su celo, aunque sin fruto porque a nadie se le puede exigir imposibles como por ejemplo traer la luna, el Cronista Oficial de Hellín e ilustre historiador Antonio Moreno emprendió una investigación muy encomiable ante embajadas, museos, etcétera.Otra versión la oí en plena calle al comentarle a alguien el artículo de Antonio Moreno respecto a lo anterior. Mi interlocutor me aseguró que la talla permanecía en un domicilio particular, en Hellín, si bien rehuyó rápidamente ofrecerme datos o siquiera detalles.Acepto, en cambio, la versión de Antonio Ruescas, prócer hellinero que fue Cronista. Departíamos ambos sentados en sofás del Casino, al lado de una ventana abierta para disfrutar la mañana. Antonio estaba contándome anécdotas de la guerra, entre ellas su huida de Hellín a pesar de ser todavía un chiquillo frisando la mocedad. Iba a ser paseado por visitar a frailes presos. Me contó cómo en idéntico Casino varios intelectuales (si a gente así cabe llamarla ‘intelectuales’) acordaban y dirigían los paseos cuya directa ejecución era ordenada a personal menos fino. La charla derivó en la destrucción de imágenes. Por si lejos de un chisme era verdad que la Dolorosa de Salzillo permanecía en un domicilio, le pregunté a Antonio si lo sabía y exclamó:–¡Imposible. No es cierto! Y me afirmó haber presenciado, en compañía de otros chavales, lo sucedido en el templo de la Asunción. Alguien a quien Ruescas definió como ‘carretillero’ de profesión, alzó su mano, agarró desde abajo el recamado manto de Nuestra Señora y, estirando con fuerza, la derribó al suelo. Poco después, Ruescas y los demás chiquillos fueron a la parte trasera de la iglesia. A la vera del arco de piedra yacían varias imágenes. Allí el carretillero les estaba asestando continuos hachazos. La Dolorosa de Salzillo ya estaba destruida.¡Nunca suceda más!¡Nunca joya tan valiosa del Arte ni imágenes sacras sucumban bajo el hacha de la intolerancia. Nunca acontezcan sacrilegios parecidos!¡Siempre procesione la Máter Dolorosa en Hellín. Porte siempre nuestras plegarias hasta el Cielo. Siempre la amemos los hellineros!».

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